Quitar tatuaje con laser para olvidar un oscuro pasado
Quitar tatuaje con laser
Solemos enterrar cosas que ya están muertas para nosotros. Pero, a veces, esas cosas no desaparecen por completo.
Bryon Widner. Su cuerpo era una especie de mapa en el que había grabado el río de odio que fluye entre los valles de la ignorancia en los que ahogó su hostilidad y todo los malo de la forma en que vivía hasta encontrarse a sí mismo. Criado en un barrio de mayoría mexicana por una abuela alcohólica, Bryon se convirtió en un joven neonazi que tuvo una vida muy dura. Peleas para el desayuno y peleas para el almuerzo. Tenía catorce años cuando, por primera vez, se identificó con la cultura 'skinhead' o de los cabezas rapadas. También fue el momento en que empezó a tatuar su cuerpo. Este adolescente ilustró su cuerpo con esvásticas años antes de darse cuenta de lo que realmente significaban. Lo única que decía es que formaba parte del ejército del Nuevo Reich.
En 1999 salió de su ciudad para formar parte de los Hammerskins de Indiana, uno de los grupos más violentos que se conocían. Si Bryon acostumbraba a desayunar entre peleas, estos pandilleros devoraban las tripas de sus enemigos como aperitivos. Desde el primer momento, él supo que ese era su lugar en el mundo. Era una especie de pitbull armado con una afilada navaja de afeitar. Muy pronto empezó a llenar los vacíos de su piel con emblemas y logotipos de odio. En definitiva, abrazó el único estilo de vida que había conocido, el racista.
Cuando los Hammerskins se disolvieron, Bryon formó un nuevo grupo junto a sus antiguos hermanos que se llamó Vinlanders Social Club. Fue una auténtica autopista al infierno. Bryon empezó a pasar sus días robando y desperdiciando sus noches emborrachándose hasta el extremo. Pronto sintió que algo andaba mal cuando fue testigo de cómo sus compañeros abusaban de las mujeres, pero prefirió sellar sus labios con una botella de licor. Diez años con este estilo de vida fueron suficientes para que Bryon se diese cuenta de que el vacío que sentía en su pecho iba mucho más allá de los tatuajes que recubrían su piel.
En 2005, Bryon conoció a Julie, una mujer que perteneció a otro grupo cuyas ideas versaban en torno a la supremacía de los blancos. Se enamoraron y en 2006 decidieron casarse. Su primer hijo no tardó en llegar y, con él, la certeza de que debían dejar el estilo de vida que habían seguido hasta entonces. Y es que esa cultura y esas ideas no eran las que querían inculcarle. Pero al Vinlanders Social Club no le gustó este hecho. De hecho, el líder de la banda dio a Bryon un ultimátum por el cual debía elegir entre su familia y la hermandad. Bryon finalmente se decidió a dar la espalda a la pandilla, aunque no totalmente.
Amenazas de muerte mantenían despierto a Bryon toda la noche pues sabía que, en cualquier momento, los miembros de la pandilla podían echar su puerta abajo para pegarle un tiro en la cara.
Como si no fuese suficiente tener que mantener a su familia y a sí mismo con vida, Bryon luchaba por sobrevivir económicamente saltando de un trabajo a otro. Tener tatuajes visibles puede generar una mueca en cualquier rostro. Tener tatuajes faciales puede suponer suponer cierto rechazo. Pero Bryon, tal y como sabemos, no tenía simples tatuajes sino, más bien, símbolos de odio garabateados en su rostro, en su cuello y en sus manos. Evidentemente, todo esto era algo que provocaba rechazo y por lo que no se podía culpar a sus jefes de discriminación.
No había forma de que Bryon pudiese tener una vida normal si cada vez que se despertaba veía las huellas de su pasado en su rostro. De hecho, llegó a pensar en rociar su rostro con ácido para hacer desaparecer esos tatuajes de su piel. Así que, en cuanto consiguió un empleo, Julie corrió al que fue su antiguo enemigo, el Southern Poverty Law Center. Este grupo pronto recomendó a la pareja a Daryle Lamont Jenkins, fundador del One People’s Project de Filadelfia, para quitar sus tatuajes con laser. Poco a poco, las puertas empezaban a abrirse y un futuro esperanzador se avistaba en el horizonte.
El doctor Bruce Shack era el hombre idóneo para quitar los tatuajes con laser de Bryon. Nunca había visto algo así antes, pero estaba preparado para el reto. Fue un proceso lento y doloroso. De hecho, el dolor generado por las pistolas de tatuajes que utilizó Bryon no era comparable al del láser. Ese fue el precio que Bryon debía pagar, así que se mordió la lengua y se lo tomó como un tipo duro. 16 meses y 25 sesiones después, su cara era como un lienzo blanco.
Quitar tatuaje con laser, proceso largo y doloroso
Desde ese momento, Bryon y su familia han tenido una vida tranquila junto a sus amigos más cercanos agradeciendo por tener esa segunda oportunidad gracias a poder quitar sus tatuajes con laser.
Impresionante resultado de eliminar tatuajes con laser.
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